Una noche, durante una fuerte tormenta, una familia del cafetal escuchó un débil llanto proveniente del bosque. Siguiendo el sonido, encontraron a un pequeño cachorro negro, temblando de frío y miedo. Decidieron llevarlo a casa y cuidarlo. Lo llamaron Sombra por su pelaje oscuro y su habilidad para moverse sigilosamente entre las sombras. Sombra creció rápidamente, demostrando ser un compañero leal y protector. Era un perro especial, dotado de un agudo sentido del olfato y una intuición increíble para detectar los mejores granos de café. Pronto se convirtió en una parte integral de la plantación, acompañando a los trabajadores en sus tareas diarias.